jueves, mayo 11, 2006

De bar en bar hasta llegar al mar, Manuel Blanco Chivite

Editorial Vosa. Madrid, 2005. 503 págs. 18 €

Miguel Baquero

De bar en bar hasta llegar al mar es la última «novela» (luego explicaré las razones del entrecomillado) de Manuel Blanco Chivite, autor de libros de viajes y relatos policiacos que en esta ocasión se embarca en una aventura literaria novedosa y hasta rompedora, a la vista de la linealidad con que se escribe de nuestros tiempos.
En De bar en bar..., bajo la forma externa de una novela, Blanco Chivite busca trazarnos una panorámica de la historia de nuestro país desde 1931, año de la proclamación de la Segunda República, hasta la actualidad. Pero, y he aquí lo novedoso y la razón del entrecomillado, la novela está concebida como un cajón de sastre donde, junto con las partes narrativas, se insertan pensamientos fugaces, frases tomadas de periódicos, juegos de palabras, chistes, incluso anécdotas sin mayor sentido.
No existe, pues, una trama en el sentido clásico; el único argumento es el paso del tiempo visto a través de sus retazos, tal vez la inconsistencia de todo, el absurdo de trazarse un futuro. En De bar en bar... (título, eso sí es cierto, cuando menos discutible), se defiende, por encima de todo, la participación en el entramado cotidiano, en ese todo común al que se accede a través de los bares, del contacto con los demás, de escuchar las historias y no despreciar los detalles. Libro vitalista pero a la vez amargo, cuenta, como no podía ser menos dada su concepción, con momentos brillantísimos (principalmente los que llegan a través de los recuerdos de los más ancianos) junto con otros fútiles, inanes (los más ligados a nuestra cotidianeidad, de cuya condición histórica somos incapaces todavía de darnos cuenta).
En el libro asimismo subyace, o se va formando bajo el aluvión de materiales, un pensamiento firme, siempre contra el poder y siempre contra la convención, la regla, lo establecido. Un pensamiento que va tomando cuerpo a medida que avanza el libro y que al final viene a defender la individualidad de cada uno, preservada cuanto sea posible de los prejuicios, las ideas refritoladas, las consignas, los eslóganes y todo aquello que arrastra y con lo que nos uniformiza la civilización actual. Pero una individualidad generosa, solidaria, implicada en el mundo y amiga del contacto directo con los demás, de los bares.

4 comentarios:

Unknown dijo...

Que inútil y fútil es no darse cuenta que la búsqueda de formas nuevas (la forma es el fondo) nos proporciona lecturas amenas, interesantes, descargadas de pedanterías y con una pizca de ironía. Para mi es un autor que investiga, y no se resigna a repetir lo ya escrito.

Anónimo dijo...

De los libros más interesantes, amenos y profundos, a pesar de su sana intención de no atorrar, que he leído en tiempos. Nunca le darán ningún premio nacional ni comercial ni nada parecido, pero ni falta que le hace.
Muchas gracias

Anónimo dijo...

Gran libro.Muchas gracias.

Anónimo dijo...

Gran libro.Muchas gracias.