martes, septiembre 21, 2010

Diez días en un manicomio / La vuelta al mundo en 72 días, Nellie Bly,

Trad. David Cruz / Rosa M. Salleras Puig. Buck, Barcelona, 2009/2010. 188 / 261 pp. 15 / 18 €.


Guillermo Ruiz Villagordo

Tomar contacto con los pioneros es una experiencia refrescante en estos tiempos en que nos sentimos de vuelta de todo, pero cuando nos topamos con un personaje tan atractivo como Nellie Bly, la primera reportera encubierta, el interés nos cegará para cualquier cosa que no sea acercarnos a sus libros, feliz y espléndidamente recuperados para el lector español por la recientemente aparecida Ediciones Buck.
Y es que a finales del siglo XIX en el periódico donde esta entonces jovencísima e intrépida reportera trabajaba, nada menos que el New York World de Joseph Pulitzer, conscientes de sus cualidades innatas para afrontar cualquier tipo de riesgo, sus jefes le propusieron una oferta imposible de rechazar: escribir una crónica desde dentro sobre las instituciones para enfermos mentales. Ni corta ni perezosa se hizo pasar por loca, desenmascarando en primer lugar a jueces, médicos y demás figuras de la autoridad que se dejaron engañar sin ninguna dificultad por alguien perfectamente cuerdo (de hecho, las mujeres que estaban fuera de la sociedad, tales como inmigrantes o huérfanas, eran internadas sin mayores averiguaciones; Nellie relata incluso el caso de una chica alemana juzgada “loca" por la sencilla razón de que no había un intérprete que tradujese sus palabras), y en segundo lugar a los propios hospitales para dementes, desvelando la inhumanidad, vileza y crueldad de su personal, la comida infecta y nauseabunda, las pésimas instalaciones, la ropa escasa de las recluidas en medio de un frío helador... El escándalo que produjo su publicación llegó a tal punto que los servicios sanitarios no tuvieron más remedio que proceder a una reforma sin precedentes en aquella época, algo de lo que nuestra Nellie estaba muy orgullosa.
Pero si esta experiencia fue apasionante, la siguiente fue de las que hacen época, en este caso propuesta por ella misma a su periódico y aceptada a regañadientes tras superar las reticencias de su jefe por no considerarla apta para una mujer: ni más ni menos que reducir el tiempo empleado por Phileas Fogg en La vuelta al mundo en 80 días de Julio Verne. Pero hay un elemento que le da un toque aún más interesante a la aventura, y es que su periódico tuvo la feliz idea de concertar una cita con el mismísimo Verne y su esposa en una escala forzada en su viaje. El famoso autor, que conservaba un mapamundi en el que había señalado las diversas etapas del viaje de su héroe, incluso marcó las distintas paradas de la ruta de la reportera antes de despedirla con sus mejores deseos. ¿Cuántas veces se tiene la oportunidad de revivir una historia con el consejo y las observaciones de aquel que le insufló vida literaria?
En su viaje, mientras observa con nada sutil ironía a sus compañeros de viaje y nos confiesa sus temores y manías personales (su necesidad de al menos un gran tarro de crema para el cutis, el mareo que los viajes por mar le producían), tendrá que lidiar con todo tipo de medios de desplazamiento, desde ferrocarriles hasta buques, y las inesperadas inclemencias del tiempo, sobre todo en territorio asiático, en forma de monzón. Pero, por si no fuera poco, en un giro más propio de una novela, descubre que otra reportera, espoleada por un periódico rival, ha emprendido el mismo reto, aunque finalmente no le arrebatará la gloria a nuestra Nellie tras setenta y dos días de infatigable carrera contra el tiempo.
No hay que esperar de su estilo ningún descubrimiento literario, pero aunque no estemos ante una gran escritora, si estamos ante una grandísima periodista. Aún así, aunque fiel en todo momento a su obligación de informar de forma precisa de sus peripecias, lo hace siempre con desenvoltura y un toque de vivacidad que se convierte en un aliciente más para el lector.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me gusta mucho Nelly Bly. Me descargué sus textos de internet hace algo más de un año, y ahora, aunque sigo siendo una fanática de La vuelta al mundo de Julio Verne, no puedo evitar citarla a ella. Te dejo un link de una entrada en la que puse de referencia hablando de viajes...por si te apetece echarle un vistazo


http://lulluenlaciudad.blogspot.com/2010/07/home-was-anywhere-with-diesel-gas.html