miércoles, enero 25, 2012

Generación Tch!, Benjamín Escalonilla

Planeta-Booket, Barcelona, 2011. 334 pp. 8,95 €

Miguel Baquero

Antes de entrar en los aspectos literarios de esta novela, la primera de Benjamín Escalonilla (Barcelona, 1970), es preciso referirse a su parte “técnica”, a lo que la hace diferente respecto a otras obras que se editan en la actualidad. Publicada por primera vez en formato e-book, y concebida en gran parte para explotar las inmensas posibilidades de este nuevo modelo, Generación Tch! es una novela que, por ejemplo, presentaba en su primera edición electrónica numerosos hipervínculos a lo largo de las páginas para que, por medio de estos “links”, el lector digital pudiese acceder a contenidos visuales, musicales y de otro tipo. Al hacer su trasvase al papel, se han procurado conservar estas posibilidades. Así, el lector digamos “tradicional” o “gutenberguiano” se encuentra, al pie de algunas páginas, con direcciones web que teclear (si es su deseo, por supuesto) en el ordenador (si lo tuviera, también por descontado), a cuyo conjuro entrará en una páginas donde no solo se le muestran temas musicales, canciones o grafismos relacionados con la novela, sino también un blog en el que se mantiene la ficción se podría decir de forma ilimitada, porque dicho blog es, en la ficción, el diario o pseudo-diario que el protagonista sigue una vez concluida la acción de la novela. En resumen, es una muestra, quizás la primera, la más adelantada, de cómo la literatura puede llegar a cambiar no sólo en su práctica sino también en su concepción debido a las nuevas tecnologías. En este sentido, no hay duda de que Generación Tch! tiene un valor indiscutible.
Pero, evidentemente, este aspecto “técnico” apenas si tendría valor, más allá de lo curioso, si no estuviera acompañado por un componente “literario”. Y ateniéndonos solo a esto (evidentemente, el lector puede transcurrir a lo largo de la novela, en papel y en e-book, sin la necesidad de recurrir a estas herramientas tecnológicas) el lector encuentra que al fondo de ese despliegue novedoso hay una historia con sustancia y contenido, una historia, incluso, contada con el buen estilo y la sutileza psicológica de las novelas de siempre. En Generación Tch! se nos habla de un grupo de jóvenes a punto de dejar de serlo que discurren por la treintena pensando difusamente en “hacer algo”, en actuar u organizarse de algún modo contra los excesos del mundo comercial e industrial que nos rodea. Pero en el fondo, quizás, es también una rebeldía contra el tiempo que pasa, contra las viejas amistades que tienden a disgregarse, contra los gustos y las aficiones, que ya no tienen la frescura de otros tiempos. Incluso las relaciones amorosas caen ahora en unos largos silencios incomprensibles, en unas actitudes más tenues y calmosas que no son a las que los protagonistas estás acostumbrados. Y como recurso ante esta opresión indefinible surge un colectivo de lucha, de acción, de pegada de carteles, escándalo en los mítines, sabotaje de actos públicos… lo que sea que, de cualquier forma, los pueda redimir.
Es curioso que, debido a los avatares editoriales, Generación Tch! haya coincidido casi en el mes de su publicación con otra novela, como Ejército enemigo, que trata también de esto, de la reacción contra el sistema mediante la organización de un colectivo, colectivo que en la novela que nos ocupa no es tan violento y radical como en la de Alberto Olmos, sí en cambio más emotivo, ingenuo y esperanzado. Pero, por supuesto, lo que más asombro causa es que ambas obras coincidieran, durante el tiempo de su escritura la una, y ya editada la otra en formato e-book, con el movimiento 15-M, que, en gran manera y de una forma masiva como ambos autores nunca hubieran imaginado, vino a plasmar en la realidad toda esa inquietud.
No tengo duda de que en ambos casos estamos hablando de la existencia de un “signo de los tiempos”, de una fiebre en el aire que los escritores interesados en su realidad y sensitivos, creadores que andan con las antenas desplegadas, saben captar de una forma asombrosa. En el caso de Generación Tch!, esa recepción ha dado lugar a una novela viva, divertida, muy bien elaborada, con unos personajes de gran carga psicológica, una creación que no deja de causar sorpresa, aún más teniendo en cuenta que se trata de una primera novela, por la forma en que el autor ha conseguido dar forma a ese ambiente sociológico y hacerlo creíble y literario a través de sus personajes.

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