martes, mayo 13, 2014

Los monos insomnes, José Óscar López

Chiado editorial, Madrid, 2013. 174 pp. 12 €

Daniel López García

A finales de 2013 el escritor José Óscar López publicó su último libro de relatos Los monos insomnes por Chiado Editorial. De este conjunto de historias breves ya han sido destacados* su desparpajo y humor, su capacidad expresiva y sus giros narrativos, así como la recreación de mundos disímiles y sórdidos a través del contraste originado por la combinación de hechos de diversa índole -sexual, otros violentos, la ambientación en entornos de ciencia ficción, incluso apocalípticos-. Todos ellos con un prurito poético, presente en la mirada del escritor, que traza a unos personajes desde la belleza de sus emociones hasta lo miserable de sus actos.
Estando de acuerdo con estos comentarios, tras mi lectura del libro de José Óscar López, mi centro de atención subraya inevitablemente otro aspecto. De los doce relatos que componen el libro, tres de ellos no superan la página de extensión, alcanzando dos un volumen reducido a una expresión mínima: “Pasa un avión”, el octavo cuento, y “El silencio de la bestias”, cierre y punto final de la obra. Considero que en estos dos relatos que apenas ocupan dos líneas, el primero citado, o no logran llenar cuatro, en el caso del segundo, se condensa toda la materia y experiencia narrativa de la colección de cuentos: la duda sobre la realidad y la confirmación de que esta no es más que una amalgama de ficciones solapadas sobre unos acontecimientos cuyo devenir entendemos como vida.
El resto de relatos confirman este eje como leit motiv del desarrollo de la obra. En este sentido, especialmente llamativos me resultaron “El universo es un jardín a nuestro paso”, “El armiño telépata”, “El oso y la estrella” o “Para engañar a la muerte”. En los cuentos de José Óscar López el escritor desarrolla una narrativa en la que la ficción se construye en la medida exacta en la que avanza la lectura. Para ello se sirve de dos elementos fundamentales: el extrañamiento como resultado de la relación que se establece entre los personajes, que a veces pertenecen a planos distintos o muestran características genuinas frente a otros, y el enfrentamiento con el contexto, que bien desconocen o del que se introduce alguna faceta sorprendente. Con ello, emergen elementos que provienen de lo ajeno y extraordinario, y, de esta forma, la construcción del mundo narrado y la lectura avanzan de forma casi paralela. A partir de la conjetura y la duda de los propios personajes, casi siempre dotados de voz narradora, el lector asiste a un cuestionamiento de la realidad de partida para profundizar en la reescritura de una nueva dimensión emocional del contexto que habitan. Si han visto las películas de Michael Gondry, a mí me recordó a ellas.
Y es en este punto donde vislumbro el objetivo común de este conjunto de cuentos, que mencionaba anteriormente con motivo de aquellos acaso microrrelatos, el solapamiento de ficciones y hechos en la construcción de la realidad: «Que ser humano no consiste más que en estas incesantes transformaciones. Estas metamorfosis» (100).
Por tanto, sin querer desdeñar los más extensos, al mismo tiempo que enuncio cual es el valor de este conjunto de cuentos, manifestado de forma superlativa en la brevedad de los dos minúsculos, expreso el que quizá sea su talón de Áquiles: con tan solo seis líneas, José Óscar López condensa y acumula el sentido del resto, la contradicción entre la duda de nuestra existencia que no hace más que irremediablemente confirmarla. La ficción elevada a rango de ciencia, la comprensión de algo que roza lo absoluto. Un cruce de caminos entre la prosa y la poesía que se eleva tan alto como se distancia del resto.
Sin duda, para seguir hablando de ellos, me sería más sencillo transcribirlos en el transcurso de esta reseña que ya acaba, porque de tan breves no ocasionarían problema alguno de espacio, y el lector entendería de mejor agrado y modo a qué me refiero, y yo me explicaría sin necesidad de tanto rodeo. Pero no lo haré, porque entiendo que el principal fin de esta tarea es motivar a la lectura, haciendo brotar curiosidad e interés, e incluso provocar un deseable diálogo cuando ejerzan su capacidad crítica y juicio sobre ellos. Dialoguemos. 

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