lunes, marzo 21, 2016

Solo con invitación: Que se enteren las raíces, Fernando García Maroto


Triskel Ediciones, Sevilla, 2015. 226 pp. 13 €

Fernando Sánchez Calvo

Lezna quiere venganza. Odia a su mujer y su mujer lo odia a él. Esto no sería un problema si no fuera porque además Elisa ha encontrado a alguien más joven que su marido para disfrutar de la pasión que con él no ha podido encontrar. El alcance social de este hecho, a pesar de que nuestro protagonista es un convencido misántropo, le hiere el orgullo. Suficiente para que Lezna desee que Elisa desaparezca del mapa. Sólo hay un problema: no puede o no se atreve a ejecutar su plan. Es entonces cuando aparece Rengo, escritor con más defectos morales incluso que físicos y que acepta el encargo de asesinar a Elisa no se sabe si por dinero, por proporcionarle a su estática vida un chute de acción o por las dos cosas. A partir de esta premisa, los pensamientos de uno y las acciones del otro se alternarán en capítulos paralelos que diseccionan, con precisión de bisturí, los preparativos de dicho asesinato así como reflexiones varias sobre la soledad, el oficio de escritor, la descomposición de las relaciones de pareja, entre otras.
Éste es el argumento de Que se enteren las raíces, cuarta novela publicada del escritor madrileño, esta vez con un sello sevillano, Triskel Ediciones. Argumento sencillo, eficaz, directo, de los que te ganan por KO. Justo lo contrario del estilo cada vez más personal de Fernando García Maroto: moroso, deliciosamente escurridizo, anfibio que va del ensayo a la narración y viceversa y que, para colmo, acude al mejor poeta español del siglo XX, Federico García Lorca, para robarle uno de sus versos y plantarlo como poderoso título de la obra. Fernando no tiene prisa. Sabe como el brazo ejecutor de Lezna, Rengo, que el final va a llegar, y en eso se nota su madurez como prosista. No va a regalar un final impactante (o sí), sino que va a preparar el camino cuidadosamente. ¿Qué importa que asesine o no a su mujer si todas las novelas sobre las que sobrevuela la venganza sólo ofrecen dos obvias soluciones? Lo que importa es el camino, investigar en el origen, saber cómo empezó esta historia de odios, destapar la sesera de Lezna, de Rengo, de Elisa, de Verónica, y ver qué hay dentro de los cerebros de estos personajes que, de tan humanos y redondos, asustan. ¿Cómo llega uno a querer desear la muerte de su propia mujer? ¿Cómo es la vida del otro para aceptar un encargo así? Ahí está el interés de la novela: en la búsqueda del principio del todo, sin desmerecer el final.
Que se enteren las raíces es la mejor novela de Fernando García Maroto. O al menos la que ha conseguido un mayor equilibrio entre arquitectura y contenido. El mimo con el que además se ha elegido cada palabra, lo eleva a la categoría de un orfebre sin florituras gratuitas que justifica cada cambio de ritmo, cada ironía, cada pensamiento. Nada sobra. Todo en esta novela es necesario.


Fernando G. Maroto: "Escribir es una compulsión"


La geografía de los días (2007), La distancia entre dos puntos (2009), Los apartados (2012), La vida calcada (2013), y ahora Que se enteren las raíces (2015). Fernando García Maroto es un narrador directamente lanzado que además está pudiendo disfrutar de una relación agraciada con pequeños sellos editoriales de nuestro país. Después y antes de su nueva inmersión en el relato, hablaremos con él, dos años después, de su última novela, de su evolución como escritor, de sus miedos y lecturas y de sus proyectos de futuro. Aviso a navegantes: viene más nihilista que nunca.

Dejémonos de prolegómenos y vayamos al meollo de la cuestión: ¿usted es más de Rengo o de Lezna? No se me salga por la tangente y me vaya a decir que de Vogler.
—Difícil elección, porque, sin recurrir deliberadamente a ningún aspecto biográfico, hay algo de mí en ambos personajes. Inevitablemente el autor, quiera o no, consciente o inconscientemente, se cuela un poco en la existencia de sus criaturas. No puedo decir que uno de ellos sea mi favorito, o que reniegue de uno en detrimento del otro, pero desde luego la identificación más acertada sería con Lezna: un individuo absolutamente reflexivo, maniático hasta alcanzar cotas desproporcionadas, un punto pesimista y otro punto insatisfecho con el mundo que le rodea. No es una imagen muy alentadora, pero hace justicia y es la más cercana a la realidad. En mi caso, no es que yo aspire a alcanzar los atributos o los defectos de mis personajes, sino que fatalmente ya los tengo. 


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