lunes, junio 05, 2017

Rendición, Ray Loriga


Premio Alfaguara de Novela 2017
Alfaguara, Madrid, 2017. 216 pp. 17,95 €

Santiago Pajares

Rendición de Ray Loriga ha sido descrito como una obra Kafkiana. Otros lo han descrito como una obra Orwelliana sobre la autoridad y la manipulación colectiva. Para mí, en cambio, es una novela con el claro sello Loriga. Porque en todos los autores, pero en especial con Ray Loriga, importa más el cómo que el qué cuentes. Pero con un cambio de dirección, ya que en esta obra, atípica dentro de la carrera de Loriga, no hay drogas, sexo ni rock and roll. Ni siquiera menciona a Bowie, que casi parecía su sello personal como el imperio austro-húngaro lo era del cineasta Berlanga. Pero sí hay esa musicalidad en la prosa, en el punto de vista inocente y neutro del protagonista que ya nos había atrapado en libros anteriores. Quizá sea este cambio, manteniendo la esencia Loriga, lo que le ha hecho ganador del premio Alfaguara 2017.
Rendición me ha recordado mucho en su primera parte a La tierra que pisamos, de Jesús Carrasco. Ambientadas ambas en un futuro cercano asolado por una guerra de la que no se ofrece mucha información. Como si fuesen los años treinta y la información que se diese a los ciudadanos se administrara con cuentagotas, nuestros protagonistas tienen que enfrentarse a la ignorancia y, con el tiempo a la indiferencia. No conocen el destino de los hijos que fueron a la guerra. Las cartas hace tiempo que dejaron de llegar y no hay información oficial. Los viejos valores y clases que regían la sociedad se han ido desdibujando poco a poco hasta que sólo queda el viejo hábito de mandar y obedecer. Por si esto fuera poco, encuentran y deciden acoger a un niño perdido y mudo, que harán pasar por su propio hijo. Asolados por las tropas enemigas, deberán emprender un camino incierto hacia un lugar utópico y misterioso, la ciudad transparente. Allí, tendrán un futuro asegurado con todas sus necesidades cubiertas. Algo quizá demasiado hermoso para ser cierto, y con la apuesta añadida de quemar sus casas para que no pueda usarlas el enemigo y dejar toda su existencia previa atrás. ¿Qué hacer en una situación así? ¿Cómo rendirte si ya no sabes bien quién es el enemigo?
Con estas dudas comienzan su andadura hacia la ciudad transparente. Loriga utiliza este planteamiento como reflexión personal sobre quienes somos cuando todo cambia. Con esa voz tan personal que todos recordamos de sus primeras novelas y que se había perdido en sus últimas publicaciones, vuelve, si no el mejor, un nuevo Loriga. Coincidiendo la 20ª edición de este premio con sus cincuenta años recién cumplidos, y siendo esta su 10ª novela, confiamos en que por fin haya aprendido el truco. Sé tú mismo, Ray, y si tienes que nombrar a Bowie en cada libro, que así sea.

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